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En el Madrid perder tiene un límite

Cuarta derrota del Madrid de baloncesto. En quince días. Todas seguidas. En la Supercopa ante el Unicaja, en Málaga. En el amistoso ante los Celtics, en Madrid. En la Liga ante el Valencia, en Madrid. En la Euroliga ante el Khimki, en Moscú. No pasa nada, porque la Supercopa es un torneo menor, lo de los Celtics, además de ser un equipo NBA, se trataba de un amistoso, y la Liga y la Euroliga no han hecho más que empezar. Sólo va una jornada. Visto así, efectivamente, no pasa nada. Pero no es normal que el Madrid pierda cuatro partidos seguidos, y mucho menos que los tenga perdidos antes del final. El Valencia ya ganaba en el descanso 45-37 y el Khimki, 43-32; el Unicaja lo hacía por 72-52 en el tercer cuarto y los Celtics, por 85-69.

Esto es lo que denota que el equipo no está para nada. Ha sido mucho trasiego, seis competiciones distintas en un mes, pero eso ya se ha acabado. Ahora sólo hay Liga y Euroliga. El Madrid las inicia perdiendo. Es sabido que la bondad de los sistemas de competición del baloncesto restan dramatismo a las derrotas, mas éstas en el Madrid tienen un límite. Messina no lo entendió así, y salió despavorido del club. Laso sí lo sabe y no las está pudiendo evitar. No se ve a un solo jugador capaz de tirar del carro, y no todos vienen del Eurobasket, que tampoco ha podido significar tanto castigo para chavales de veintitantos años en su plenitud física. Habrá un momento que no se podrán poner más atenuantes, y ese momento se está acercando.