Juanma Trueba

Modric, el miedo y la oportunidad

Recién contratado Modric, me dio por escribir en Twitter una de esas frases condenatorias, de las que ya no te libras nunca: “Ayer soñé que el Real Madrid fichaba a Borja Valero, pero ha venido a Modric”. Durante meses me empeñé en sostenella y no enmendalla, hasta que me tocó envainar la Tizona. Sin necesidad de menospreciar a Borja Valero (gran futbolista, insisto), ni el más obcecado de los críticos podrá poner en duda la importancia fundamental de Modric en el juego del Real Madrid. Sus intervenciones y sus ausencias coinciden, casi milimétricamente, con los mejores y peores momentos del equipo. La pasada temporada fue un magnífico ejemplo: Modric disputó 25 partidos de 59 posibles y el Madrid se quedó a medias en todo.

Imaginarse tres semanas sin Modric podría resultar tenebroso si no significara también una oportunidad. Benítez tendrá la ocasión de demostrar su sapiencia como técnico y coctelero. Casemiro podrá mantener su titularidad sin traumatismos colaterales y Kroos comprobar si sus fantasmas hablan croata. Por no hablar de Kovacic, que durante el parón pidió jugar como mediocentro, y no inclinado a una banda. Sería buen momento para averiguar si es capaz de controlar el juego mejor que su lengua. En resumen, que las rotaciones son mentira. Son las lesiones las que permiten airear onces tan establecidos como los del Real Madrid. En clubes tan poderosos, cada problema incorpora una solución. Sólo falta por saber si Modric será la excepción a la regla.