NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Persevera y vencerás

La primera y única medalla que he ganado por una actividad deportiva la conseguí, siendo un niño, en un torneo de judo (¿o fue de ajedrez?). Mi único mérito fue participar y ni siquiera entonces me engañé al respecto. La medalla era de bronce, o simulaba serlo, y tenía una cinta con los colores de la bandera de España. La colgué de una chincheta en una pared de mi habitación, más como un elemento decorativo que con intención de presumir, y asistí con el paso de los días a un fenómeno asombroso. La medalla, que yo colocaba meticulosamente para mostrar a los luchadores dibujados en su cara, se volvía tozudamente del revés y me mostraba la leyenda allí escrita: “Persevera y vencerás”.

Tardé años en comprender qué significaba “perseverar” (era un niño, les recuerdo), pero interioricé la frase hasta el punto de que llegué a pensar que todas las medallas del mundo, olímpicas o mundiales, la llevaban grabada en su cara B (maduré tarde, también debo confesarlo).

Hace unas horas he recibido una medalla sin mensaje en el reverso. Agradezco el reconocimiento, naturalmente, sin embargo tengo la impresión de que mi único mérito, de nuevo, ha sido participar. Participar durante veinte años, pero participar. No es falsa modestia, ni son ganas de hacerme el mártir. Descuiden, no pienso regalar la medalla ni colgársela al mejor becario del verano. La cuidaré, se la presentaré a mi vieja medalla de judo (¿o fue de ajedrez?) e intentaré que procreen.

Lo cierto, ya más en serio, es que la distinción no me distingue en absoluto de otros compañeros, ni de los mayores ni de los jóvenes, menos aún de los de mi generación. Hay periodistas estupendos en este diario (también los hubo que ya no están) y conviene reivindicarlo especialmente ahora que la profesión está tan infravalorada. Podría dar nombres pero se haría largo porque los daría casi todos.

Decía en un párrafo anterior que hoy me dieron una medalla, y no es exacto: se la dieron a uno del AS. Ante la imposibilidad de que la recogieran doce periodistas o medio centenar, me eligieron a mí, ya sea porque ocupo poco o por mi grácil caminar. Si no reparto el premio en pedacitos es porque tengo la radial estropeada y porque mis compañeros no necesitan metales para recordar lo buenos que son. Además, ellos también conocen el camino: persevera y vencerás.