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Lillo, de entrenador a asesor en Chile

Pablo Contreras. Treinta y siete años. En España jugó una temporada en Osasuna y cinco en el Celta. Un completo central chileno, internacional, que presume de ser amigo de Cristiano Ronaldo, con quien coincidió en el Sporting de Portugal. Colgó las botas en 2012 y mata el gusanillo desde entonces en partidos de show gol. Eso hacía el pasado fin de semana en Bolivia, junto a Iván Zamorano y otros compatriotas, cuando de repente cayó desplomado sobre el césped. Se temió lo peor. La rápida intervención del arquero local, Pedro Higa, que le aplicó el boca a boca y masajes cardiacos, evitó la tragedia. Unos ejercicios de reanimación que el boliviano aprendió durante el curso de entrenador y que ya le permitieron anteriormente salvar otra vida sobre un campo. El lunes el jugador chileno se hacía fotografías sonriente desde el hospital con una nube de compañeros. Acababa de nacer de nuevo.

Heinze. La primera experiencia como técnico de Gabriel Heinze duró apenas 11 partidos, de los que sólo consiguió ganar dos. Una aventura rara, ya que sin el título de entrenador en el bolsillo, el exdefensa del Real Madrid dirigía los partidos desde la tribuna, no desde la banca, zona que tenía prohibida. Los hinchas del Godoy Cruz, de la superpoblada primera división argentina, ya habían pedido su cabeza en una manifestación. El presidente del equipo mendocino le destituyó este fin de semana tras la derrota por 1-0 ante el Olimpo. Lo hizo, fiel a la ley del fútbol, tan sólo un día después de ratificarle en el cargo. El Gringo tiene tiempo ahora de sacarse el carnet.

Lillo. Un entrenador diferente con una trayectoria diferente. Después de ejercer durante muchos años y en muchos equipos como entrenador absoluto, el tolosarra aterriza ahora en Chile, en la selección campeona de América, pero como asesor. Un principal aceptando labores de ayudante, algo nada frecuente. En principio, y sólo por tres meses, con influencia exclusiva en las categorías inferiores (en octubre hay Mundial Juvenil en suelo chileno). Pero justo en diciembre se le va a Jorge Sampaoli su segundo, Sebastián Becaccece, que quiere probar suerte solo: las fechas cuadran para tirar conjeturas. El técnico argentino está enamorado de Lillo, de sus ideas, su oratoria y sus consejos, con quien pasaba consulta telefónica gratuita casi a diario. El español está desde el lunes a sueldo suyo. Pocos técnicos han influido tanto en otros técnicos. Un teorizador y enseñador de fútbol casi antes que entrenador. En Sudamérica los llaman profesores. Y con Lillo el término encaja. La docencia del fútbol de posición.