Vettel ganó su tercera carrera del año a lo Michael Schumacher; Hamilton abandonó por primera vez; Rosberg le recortó 12 puntos (el inglés le saca 41 y quedan en juego 150) y en McLaren todo sigue igual o peor (séptimo abandono de Alonso). La guinda de la carrera la pusieron los novatos de Red Bull. Si no es por Verstappen y Carlos Sainz, que luchaban por el octavo y el noveno puesto, la carrera hubiera sido un tostón. Red Bull se les está quedando pequeño. Ecclestone tiene que replantearse la actual F-1 y buscar nuevas fórmulas para mejorar el espectáculo. La diferencia entre monoplazas es excesiva y el modelo de los pilotos que pagan es lamentable. Lo de Rossi y Stevens tras el safety fue bochornoso y peligroso. Bendito Merhi.
Hay que felicitar a Arrivabene. Que Ferrari haya ganado tres carreras después del desastre de 2014, es un milagro. Y tras el bajón de Mercedes (¿solo Pirelli es culpable?), seguro que Vettel se apunta algún GP más. Tiene que ser duro para Alonso ver como Ferrari recupera todo su vigor, mientras se arrastra con ese troncomóvil que ni corre ni es fiable. Por lo menos el de Pedro Picapiedra llegaría a meta. Dos abandonos más tras vender a diestro y siniestro durante los últimos días que el MP4 iba a mejorar en las curvas de Singapur. No hay nada que hacer ni con curvas ni con rectas. Estos mensajes reflejan que no asumen el descalabro. Fracasar es la oportunidad de empezar de nuevo, con más inteligencia. Si Ferrari lo ha conseguido, McLaren puede hacerlo también.
