Gracias por todos los recuerdos
Usain Bolt es uno de esos regalos que, de vez en cuando, nos da la vida. Porque no es solo el hombre más rápido de la Tierra. Es también una forma de entender la vida, de enviar mensajes positivos, desenfadados, alegres, porque la excelencia no tiene que estar reñida con el espectáculo. Bolt es capaz de hacer algo más felices a millones de personas de todos los países durante poco más de 9 o 19 segundos, cuando avanza majestuoso por la pista, con su amplia zancada que llega incluso a tres metros, a una velocidad punta de 45 km/h.
D iez oros en los Mundiales. Para muchos es ya el mejor de la historia, por delante de Carl Lewis, que tiene a su favor que en los primeros años de los Mundiales, se disputaban cada cuatro años, y si hubiera competido en campeonatos de 1985 y 1989, seguro que sumaría más de diez oros. Además, fue también el número uno en longitud. Y tiene más medallas olímpicas. Pero las marcas de Bolt, en velocidad, son infinitamente mejores. Da igual. He tenido el privilegio de vivir en directo todas las hazañas de estos dos asesinos del cronómetro. Y a ambos solo les podría decir: “Thanks for all the memories!”