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La zaga fue su debilidad

El año pasado, en diez encuentros de Champions, el Mónaco encajo sólo cinco goles, casi los mismos que en los dos partidos frente al Valencia (cuatro). Así, era casi imposible para el equipo del Principado lograr el billete para la fase de grupos. En apenas un año, lo que era el punto fuerte de los de Jardim se convirtió en su principal debilidad. Si en la ida Wallace y Elderson mostraron sus límites para jugar a un nivel tan exigente, fue esta vez Fabinho quien hundió a su equipo.

En el minuto 3, el lateral quiso jugar atrás pero no aseguró su pase y lanzó a Negredo para el 0-1. A partir de este momento, la misión era casi imposible para el Mónaco, que debía marcar tres para forzar la prórroga. Si los galos lo intentaron hasta el final, ese tanto pesó demasiado e impidió la hazaña a pesar de los dos goles marcados. Y a un nivel tan alto como el de la Champions, estos errores se pagan muy caros. El Mónaco verá la próxima edición en su sofá y no puede quejarse mucho.