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El último gran reto de Coe

Sebastian Coe ha sido un grande del atletismo, con sus títulos y récords de los años 80. También, un notable del deporte (presidente de los Juegos de Londres 2012) y de la vida política (miembro del Parlamento Británico). Es un personaje reconocido mundialmente, y en España le concedimos el primer Premio Príncipe de Asturias cuando iniciaba el declive de su carrera como atleta. Ahora va a presidir la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), un monstruo venido a menos. La tarea es ciclópea. El atletismo ha pasado de ser el deporte rey de los Juegos a quedar en entredicho por los escándalos de dopaje. La consecuencia es que se ha parado. La mejor marca de Coe le permitiría hoy en día estar en la final de los Mundiales de Pekín.

Del atletismo Coe lo sabe todo. Compitió en la época más oscura, protagonizó momentos estelares en sus duelos con Ovett, asistió al nacimiento de los Mundiales que constituyeron la época dorada del atletismo, también a la evolución de las reuniones de verano y cómo se fue diluyendo el interés según creció el calendario... El mercantilismo se apoderó del atletismo, y fue a menos. Derechos televisivos exagerados que impidieron llevar el atletismo a todo el mundo, y concesión de los Mundiales al mejor postor, no a la mejor sede (Moscú fue el ejemplo hace dos años, y Pekín, ya veremos, tras recurrir a la lluvia artificial) son las muestras de una mala gestión. Se une la recesión de las marcas, y tenemos un panorama complicado. El que hereda Coe.