Un homenaje y un regalo
Preguntado por lo mejor y lo peor de la preparación de verano, un entrenador de postín dijo hace poco que “lo mejor de la pretemporada es que se acaba”. A esa conclusión han llegado los técnicos de los equipos grandes, y no tan grandes, después de jugar partidos en medio de giras mundiales, con mucho anuncio y poco entrenamiento. A las pretemporadas actuales les salvan pocas cosas, una de ellas es el punto romántico de algunos trofeos, por ejemplo el Trofeo Bernabéu. El Real Madrid ganaría más dinero aceptando otro amistoso en algún lugar fuera de España, incluso sin tener que marcharse a Australia, pero ha de tomarse el torneo como un homenaje al hombre que cambió su historia, y un regalo para un importante sector de sus aficionados, muchos de los cuales no tendrán muchas más oportunidades de ver a su equipo en directo durante la temporada, cuando los abonados y el alto precio de las entradas se lo impidan.
La impresionante respuesta del público en las taquillas del Santiago Bernabéu demuestra que a pesar de tanto despropósito el fútbol sigue siendo de los aficionados. El estadio estará lleno justo en el mes en el que la ciudad se vacía. Sólo por ellos ya merece la pena que el partido se juegue. Debería ser una tradición y no un recurso que el Madrid presente sus proyectos en su estadio.