Identidad, exigencia y confianza

Mientras el Madrid y el Barça pierden identidad con las marchas de Casillas y Xavi, el Atleti recupera esencia y alma con la vuelta de Fernando Torres, el chaval que paseó orgulloso su escudo rojiblanco en las celebraciones de la Eurocopa 2008 y el Mundial 2010, cuando jugaba en el Liverpool y cuando no había ni un futbolista colchonero en la Selección. Su regreso en enero fue inesperado y un punto milagroso porque sacarle al Milán su cesión en condiciones tan favorables es una de las grandes operaciones de Gil Marín.

La gestión de su regreso por parte de Simeone fue desigual. Tanto apretó para su vuelta el Cholo que aún resulta extraño por qué no le utilizó ni un minuto en el partido más importante de la temporada en Champions en el Bernabéu. Su golazo al Villarreal una semana después, elegido el mejor de la temporada por los atléticos, aumentó esa sensación de extrañeza.

Torres encara fortísimo la temporada. Al club han llegado ofertas por él, pero Gil Marín le ha mantenido y espera que Simeone rote y le utilice mucho junto a los Oliver, Raúl García y los que menos cuentan. Torres aceptará el rol que le asignen con su humildad habitual, pero no va a permitir ninguna falta de respeto y espera competir en igualdad de oportunidades con el resto de delanteros fichados. En el vestuario confían en él porque saben que les puede hacer ganar. Y Fernando espera que el Cholo le haga conquistar su primer título con el Atleti. Con mucha exigencia. Y con mucha confianza.