Los Documentales del Tour
Froome cobra unos cinco millones al año; Nibali, cuatro; Contador, tres y medio; Quintana, dos y medio; Valverde, algo más de uno. Dieciséis millones largos entre los cinco corredores, teóricamente los mejores del mundo, que protagonizan cada tarde Los Documentales del Tour. Me gustaría decir carrera, pero para ello tendría que haber una competitividad entre los favoritos que no se aprecia tarde tras tarde. Hay amagos y ataquitos. Nada más. Es que las fuerzas están muy justas, dicen los entendidos. Pues no estarán tan justas cuando ninguno se descuelga en etapas tan duras (Tourmalet, Plateau de Beille, Glandon, etc). Es que esperan a los últimos días, dicen los optimistas. Pues eso hace la ACB con los playoff, y le ha costado la ruina.
Como un día, y otro, y otro, así desde el lunes 13 de julio, cuando Froome atacó en La Pierre-Saint-Martin, no pasa nada y la audiencia de la prueba en La 1 alcanza los dos millones, me empiezo a creer que ver el Tour es la excusa para echarse la siesta cada verano. Tal y como está la prueba, entre los documentales de La 2 (ayer tocaron los osos polares) y los del Tour, igual da a efectos de siesta. A falta de mayores emociones entre los cinco mejores ciclistas del mundo, la mente se abstrae con los idílicos paisajes de los Alpes y permite que el sopor vaya apoderándose de uno. Para eso me quedo con el Giro y con la Vuelta, carreras donde cada día sí pasa algo. En el Tour llevamos ya mucho tiempo viendo... los mismos documentales. A ver si hoy...