Sin tele se acaba la Fórmula 1
Hace dos días, Fernando Alonso comentó en Silverstone que “el que se aburra o se frustre, que apague la tele”. No le vi ni segundas ni terceras, el mensaje era conciso y clarito. Hasta ayer. Habló de los que venden expectativas que luego no se cumplen y que su mensaje era otro, “pero eso no vende –dijo- y el titular que salía hoy –por ayer- vendía mucho más”. Es su manera de pensar y no la comparto en absoluto. Tampoco lo hice cuando dedicó su primer título “a los míos y nadie más”. Ni un pequeño cariño a la afición. En un día inmensamente feliz, el resentimiento venció al entusiasmo. Imagino que cuando lo leyó o lo escuchó también pensaría que era para vender, no para informar. Tampoco creyó que se confundió. Pero estas cosas tan agrías no venden.
En el deporte venden las buenas noticias, los títulos, las victorias, la épica o la nobleza. Lo antipático o lo triste, nunca. Las televisiones tienen audiencias enormes cuando hay éxitos, por eso pagan fortunas. Con ese dinero se sufragan, entre otras cosas, a los pilotos de F-1. Y por salir mucho en ellas, las marcas de publicidad les retribuyen con más dinero todavía. Por eso está mal recomendar apagar la tele. Sin tele no hay F-1, y sin F-1 tampoco hay Alonso. Respecto a lo de vender expectativas falsas: ¿ustedes creen que Manu Franco se las inventa? Habrá que preguntar a equipos y mánagers al respecto. Qué pena que todo esto haya ensombrecido su primer punto. McLaren ya ha mejorado el año de Minardi. No es legendario, pero es una buena noticia.