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‘Iceman’ pierde su crédito

Desconocido. Raikkonen hace tiempo que dejó de ser Iceman. Para mí, un hombre de hielo representa a alguien que permanece inalterable ante diferentes estados emocionales, pero que a la vez es fuerte, luchador e imponente. Al finlandés ya no le veo ninguna de estas cualidades. Sé que sus fans se me van a echar encima, porque aunque no transmite nada, Kimi levanta pasiones, tanto positivas como negativas. Yo estaba entre las primeras. Cuántas veces justifiqué en la tele su actitud pasota y maleducada... A mí me hacían gracia sus respuestas monosilábicas, sus “for me it’s the same” (para mí es lo mismo), sus groseros mensajes de radio, sus desplantes con la prensa.

Desafío y decepción. Era un reto enfrentarme a Kimi para intentar sacarle cuatro palabras que dijeran algo más que “I don’t know” (No lo sé). Pero mi última entrevista con él lo cambió todo. Fue en 2013, cuando aún subía al podio habitualmente con Lotus. Llegó tarde y con un humor de perros porque el equipo quería que atendiera cuanto antes a los tres medios de comunicación que llevábamos 45 minutos esperando. Fue desagradable y se marchó antes de tiempo. Había agotado mi paciencia como ahora está agotando la de Ferrari.

Retorno a Maranello. En 2014 regresó a la Scuderia como la gran amenaza de Alonso. Montezemolo lo fichó tras una fuerte riña con el español en el GP de Hungría. Fue su particular venganza. Quería ponerle a prueba con un rival poderoso, fuerte, inquietante. Yo misma era de las pocas de la prensa española que pensaba que le iba a poner las cosas difíciles. Pero no pude estar más equivocada. Fernando le triplicó en puntos (161 por 55) y Kimi terminó duodécimo, su peor resultado en Fórmula 1.

Excusas. Raikkonen lo achacaba a que el coche había sido diseñado para favorecer el estilo de conducción de Alonso. Pero en 2015, se rediseñó la suspensión delantera del SF15T pensando en el finlandés. No había excusas y todos querían ver el duelo con su nuevo compañero, Sebastian Vettel. Duelo inexistente. Van siete a uno en clasificación para el alemán, seis a dos en carrera, 120 puntos de Vettel por 72 de Raikkonen. Sobran comentarios, aunque Kimi está ahora en boca de todos. El equipo le pide resultados para renovarle y en el paddock todos hablan de sus posibles sustitutos. Debería ser el momento en el que viéramos de nuevo a Iceman, pero en cambio, se ha derretido.

Error tras error. Fallos en clasificación, el famoso trompo de Canadá, que le privó de un podio seguro, y la pérdida de control en Austria que se llevó por delante su carrera y la de Alonso. Y qué extraño, nunca es su responsabilidad. En la radio sólo se escuchan mensajes culpando al equipo. Y el pasado domingo eché de menos una disculpa hacia Fernando por dejarle fuera de combate en la tercera curva. Ni siquiera se interesó por su estado, cosa que Alonso sí hizo. A Kimi Raikkonen se le ve rabioso, inquieto. Lo digo por sus actos, porque su cara y sus palabras no transmiten nada. Es Iceman... O era Iceman...