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Hacia un poker para la historia

Si usted ama el baloncesto y quiere disfrutar de verdad, pásese por el Palacio de Goya y contemple los partidos del Madrid de Pablo Laso. Los que pensasen que tras la conquista de la soñada Novena ante el Olympiacos iba a existir un relajamiento del actual campeón de Europa es que no conoce a estos Globetrotters de la canasta. La clave de este Madrid triunfal es que disfruta jugando. Y sabe a qué juega. El primer cuarto de la matinal de ayer ante el Barça quedará para la memoria. Lo que hizo El Increíble Llull será difícil de olvidar. Se vistió de Drazen Petrovic y dio un cursillo de cómo hay que comer la moral al enemigo. Triples increíbles, robos de balón, asistencias diabólicas y un liderazgo que le glorifica y entroniza como el MVP de este equipazo.

Ante Tomic volvió a fracasar y seguro que ya ha entendido su gran error al marcharse de aquí hace dos años en busca de más dinero. La gloria, el prestigio y los títulos se conquistan con la camiseta blanca. Por eso aquí siguen deslumbrándonos el Chapu Nocioni y Machete Ayón, entre bromas siempre dicen que ahora es cuando de verdad están jugando en la NBA... El Barça perdió la referencia del lesionado Navarro y se quedó sin referentes. Ayer fue el turno de Doellman y en el primer partido de Hezonja. Pero no juega como equipo. Los de Xavi Pascual se basan en la inspiración individual, pero ya se sabe que en el baloncesto el libre albedrío suele llevarse bien con las derrotas. El Madrid de Laso es un acordeón donde todos suman. ¡A rematar en el Palau!