Marchionne toma los mandos de la revolución en la F-1

Sergio Marchionne es un ejecutivo brillante. Su larga trayectoria en la industria de la automoción así lo refrenda, no se llega a la cúspide de un grupo automovilístico como Fiat por casualidad. Y como presidente de Ferrari anda preocupado con el devenir de la Fórmula 1… con razón. El modelo actual no funciona y casi nadie (excepto quizá Mercedes porque ahora domina) parece satisfecho, así que lo razonable sería dar un golpe de timón y buscar soluciones que eviten un distanciamiento aún mayor de aficionados, patrocinadores, organizadores e incluso las grandes empresas del sector. Marchionne se ha cansado de la pasividad generalizada y quiere tomar los mandos de una revolución en los grandes premios, lo que creo que es una buena noticia.

Esta responsabilidad debería recaer en Bernie Ecclestone, pero mi sensación es que el británico tiene ya pocas ganas de líos a sus 84 años; algo razonable, aunque no tanto que el fondo de inversiones propietario de los derechos de tan extraordinario negocio comparta esa actitud. Marchionne puede ser el dinamizador de un proceso que se antoja urgente e imprescindible, como él mismo dice hay que ponerse ya manos a la obra para que los cambios sean posibles en 2017, asumiendo que para la próxima temporada es imposible. Su capacidad negociadora, su talante y desde luego su poder deberían resultar valiosos para coordinar esfuerzos y que el famoso Grupo de Estrategia proponga las alternativas necesarias para alcanzar un acuerdo entre los implicados. No hacerlo supondría agravar una crisis que ya hoy es preocupante.