Schwantz y las diferencias entre el motociclismo de ayer y hoy

En la visita a AS de Kevin Schwantz, una de las preguntas de los lectores que respondió versaba sobre su valoración de los mejores pilotos de la historia del motociclismo. El texano se lo pensó durante unos cuantos minutos, cogió una libreta, un bolígrafo y comenzó a escribir; completó una relación en la que sólo contemplaba a nueve grandes, ni siquiera llego al décimo. Y al margen de su criterio particular (sin duda con más fundamento que el de la mayoría) me resultó llamativo que no incluyera ninguno de los nombres legendarios de los 60 o 70, empezando por Agostini y terminando por Hailwood. Al cuestionarle al respecto, su contestación fue que sólo opinaba sobre la era moderna, se consideraba incapaz de medir con el mismo rasero a pilotos que competían, dijo literalmente y gesticulando con sus manos, con “cascos abiertos y gafas de aviador”.

Pensando con detenimiento en las palabras del campeón mundial de 1993, no he podido coincidir más con él. No era la primera vez que pensaba en ello, porque a menudo surge ese debate sobre el mejor o los mejores de los grandes premios. Y yo tenía la sensación de que algo me chirriaba en el análisis, había algo que no me terminaba de encajar. El Pajarito me abrió los ojos casi de inmediato. Prácticamente vino a decir que se trataba de deportes distintos, incomparables pese a que la esencia de la competición sí fuera la misma. Motos, circuitos, seguridad, pilotos, equipaciones, neumáticos, rivalidad, preparación, seguimiento, presupuestos… Poco que ver entre esas carreras de hace cuatro o cinco décadas con las actuales, así que establecer clasificaciones barajando al azar a sus protagonistas pueda resultar un ejercicio más de imaginación que de coherencia. Grandes todos, campeones todos, pero cada uno en su momento y en sus circunstancias.