Entre la palabra y el tiempo

La frase de la noche en la celebración del Camp Nou, con permiso de Gerard Piqué, la dijo Messi. Un Leo dominador de la escena que mientras caminaba pausadamente con el micro en la mano se dirigió al público y les dijo “Querían las tres copas y acá las tienen”. La expresividad de Messi, al que injustamente desde el desconocimiento se le acusa de ser simple en su comunicación cuando no es así en absoluto, contrastó con Luis Enrique, quien expresó una felicidad sin límites pero siguió sin aclarar su futuro. Sigue Luis Enrique dejando que sean los demás los que descubran sus cartas, los que interpreten sus palabras y dejando muy claro que ahora los tiempos los domina él. Tiene motivos más que sobrados el técnico asturiano para pasar facturas por el trato injusto que él considera que ha recibido desde fuera y desde dentro del club. Ha habido actuaciones de la junta, el despido de Zubizarreta es la más evidente, que no le gustaron nada y ahora él es consciente de que tiene la sartén por el mango.

En el palco dan por hecho que Luis Enrique seguirá en su cargo y asumen esta falta de entusiasmo del técnico en comunicarlo como una penitencia que han de pagar. Y pagar la penitencia cuando se ha completado un triplete por segunda vez en la historia del club no es que sea un castigo demasiado severo. Especialmente, y sin ir más lejos, porque el que seguro que se queda es Messi y la palabra de Messi es ley. Se propuso ganar las tres copas de nuevo y las volvió a ganar.