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Nadal, ante su mayor reto

Nadal afronta uno de los momentos más difíciles de su carrera. Roland Garros. Ahí están puestas todas las miradas del tenis, y también del deporte en general. No es lo mismo perder en un torneo ATP 500, como el de Barcelona, que en un Masters 1.000, como el de Madrid. Y no es lo mismo perder en un torneo Masters 1.000 que en uno de Grand Slam, como es Roland Garros. Ahí, las victorias y las derrotas nunca pasan desapercibidas. La presión y la responsabilidad son mayores. El esfuerzo, también. Son partidos al mejor de tres sets. En cuanto alguno se complique, pasa de las cuatro horas. Sobre tierra, con humedad, quizá con calor. Y más de la mitad del público que llena las gradas, deseando que pierda Nadal.

No es que tenga nada contra él. Al contrario. Es admirado y respetado. Pero lleva nueve años ganando el torneo. Al público le encanta encumbrar héroes, mas también coronar otros nuevos. Djokovic, por ejemplo. Djokovic se presenta, además, como un rival descomunal. Nada menos que como el rey de la tierra en 2015. Aún no ha perdido ningún partido sobre ella. Nadal, cuatro. Ante Wawrinka, Murray, Fognini y el propio Djokovic. Por tanto, el problema no está solo en que Djokovic pudiera ser mejor, sino que Nadal está peor que otros años. No consiguió remontar el vuelo en Montecarlo, en Barcelona, en Madrid ni en Roma. Le queda París. Lo más difícil. Por eso el reto es formidable, y marcará su futuro. Para bien o para mal.