La Liga de Leo, de Gerard, de Xavi y también de Zubi

Santi Giménez
Nació en Barcelona en 1968. Estudió Ciencias de la Información y Filosofía. En 1988 entró a trabajar en la revista Barcelona Olímpica, en 1990 en el diario Las Noticias. Tras cerrar ambos medios se incorporó al Diario de Barcelona en 1990, que no cerró hasta 1994. En 1994 entró en SPORT. Se incorporó al Diario AS en 2010, donde es Subdirector.
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Puestos a buscar un nombre propio que defina esta Liga, el 99,9 por ciento de los encuestados señalarían a Leo Messi como el principal protagonista. El 0,1 restante es el dentista chungo que recomienda a los niños masticar chicles con azúcar. Messi ha sido el gran dominador del campeonato, del campo, del vestuario e incluso de su club. Una vez se quitó el peso del Mundial de encima que le atenazó hace un año, Messi ha ofrecido la mejor versión de un futbolista que se puede contemplar. Decisivo ante puerta, generoso para con sus compañeros, creador de juego, asistente, intenso y líder silencioso de un vestuario que llegó a enfrentarse con el técnico cuando el barco iba a la deriva. A partir de ese mes de enero, todo cambió en el Barça. Xavi medió con el argentino que firmó una tregua con el entrenador, que se dedicó a tener al equipo fino en el plano físico y rectificó ciertas cuestiones tácticas y de orden interno. Se echó a un lado discretamente. Y Messi, se echó el equipo a la espalda y a su rebufo, el Barça arrasó.

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Esa resurrección no hubiera sido posible sin la participación de Xavi, que decidió quedarse en el Barça una temporada más a última hora. Sin su sabiduría, su mano izquierda y su diplomacia, el vestuario hubiera estallado. Xavi es uno de los pocos a los que Messi escucha. Y Xavi le hizo su penúltimo gran servicio al club mediando en esa lucha entre crack y técnico.

También es la Liga de Piqué, que comenzó el curso reconociendo que no estaba ya entre los mejores y que ha acabado la Liga de nuevo en la cúspide a pesar de generar desconfianza al técnico en un inicio marcado por multas de tráfico, broncas con la poli y bombas fétidas en los aviones. Pero también será, y mucho, la Liga de Zubizarreta. El chivo expiatorio de la crisis de enero. El equipo campeón lleva su firma.

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