Anatomía de un disparate: de Xabi al invento de Ramos
Los centrocampistas recorren, de promedio, dos kilómetros más que el resto de futbolistas en un partido. Y alrededor de cien en una temporada. Son, pues. la cabeza, los pulmones y los pies de un equipo y gastan más suelas que la media. También quedan más expuestos a los contratiempos musculares. De ahí la superpoblación obligada y el reparto de esfuerzos que se impone en las plantillas. Pero el Madrid ha manejado extraordinariamente mal esa sala de máquinas del verano pasado a nuestros convulsos días. Con la perspectiva del tiempo se ha revelado como un error de bulto permitir la salida de Xabi Alonso, único mediocentro puro, recuperador, con experiencia y en edad aún muy aprovechable. Ha jugado a gran nivel 40 partidos y más de tres mil minutos con el Bayern, depredador natural del Madrid, por cierto.
El resto han sido vueltas de campana. Illarra no es del gusto de Ancelotti y no lo disimuló ni en partidos de baja exigencia. Jugó menos de lo que le convenía al equipo. A Khedira le regalaron un año de sueldo. A Lucas Silva le arrojaron en paracaídas. Demasiado joven, demasiado inexperto. Un recluta en Normandía. Quién sabe si sale tocado de por vida. A Kroos acabaron metiéndole una paliza de 53 partidos en un puesto para el que no venía exactamente. Terminó exhausto y dejando dudas. A Modric le mataron las lesiones. James e Isco nadaron contracorriente. Como Ramos, que fue un remedio inexplicable e inválido. Y Casemiro lo vio todo, luciéndose, desde Oporto. Convendría, pues, empezar por ahí la obra. Pero el fichaje de Danilo y las prisas por levantar del vestuario a Casillas parecen indicar lo contrario.