Traspié inoportuno de Sainz
Muy a menudo el infortunio se esconde donde menos lo esperamos. Volvemos a tener ahora constatación de ello con la lesión de Carlos Sainz, acostumbrado a jugarse el tipo a toda velocidad en coche para romperse el tendón de Aquiles en una actividad en principio tan inofensiva como una pachanguita de fútbol. Así es el destino, nunca sabemos lo que nos depara el minuto siguiente de nuestras vidas y, por tanto, pensar en el riesgo cero es una utopía por mucho que intentemos minimizar las posibilidades. No llega en buen momento este incidente para el madrileño, aunque desde luego podía haber sido de producirse con una inminencia mayor de su desafío prioritario, el Dakar que volverá a afrontar el próximo año con uno de los Peugeot oficiales.
Es inoportuno lo que le ha sucedido porque mucho es el trabajo pendiente con el buggy de la marca francesa y no contar con las opiniones y las sensaciones de un hombre experimentado como Sainz puede complicar aún más las cosas. No está demasiado satisfecho el español (aunque nunca lo confesará, obviamente) con el rumbo firme que mantiene Peugeot con la filosofía de este proyecto y verse ahora apartado por esta lesión tampoco le va a ayudar a que sus criterios sean tenidos en la consideración que merecen. Lo importante es que la recuperación no se alargue más de lo imprescindible (no es nada serio pero sí latoso) y que en su regreso a la actividad aún le quede tiempo para tener un coche competitivo de cara a enero de 2016. Otro desafío más…