Unai dibuja un camino de rosas
No necesitó el Sevilla un nuevo instante de locura, como hace un año, para conseguir alcanzar su segunda final europea consecutiva. El equipo de Unai Emery aprendió a evitar miedos fabricando unas virtudes sin aparentes frenos. Si la portería genera dudas, él las apaga. Si un recuerdo entra en escena, él se encarga de apagar fantasmas. Varsovia fue real desde el instante en que el técnico vasco trazó el camino hasta la ciudad polaca. Justo un año después de levantar la Europa League en Turín, Florencia invitó a otra final de sueños. Los más de mil sevillistas presentes en el Artemio Franchi silenciaron una grada local rendida a la evidencia. Mbia alargó su sonrisa infinita y amargó la de Joaquín, el invitado desaparecido de la cita.
Aleix Vidal pidió en la eliminatoria de ida una oportunidad en la Selección como lateral derecho y ayer lució su versión como atacante desde el extremo. Un canterano, mientras, reina en la portería al tiempo que Kolodziejczak enseña virtudes que hacen olvidar que a su equipo le falta su central de más valor. Los argumentos para soñar con Varsovia eran suficientes, pero Unai Emery los explotó para lograr el billete con una solvencia que puede asustar a Europa entera. Varsovia se hizo real al ritmo de un Sevilla más vertical que nunca. Polonia espera al campeón. Y cuando juega como tal, no hay límites aparentes en su afán por seguir marcando historia en Europa.