Pep, de socio culé a pesadilla

José Carlos Menzel
Nacido en Múnich en 1989, pero de familia e idiosincrasia sevillana. Comenzó en AS en 2013. Cubre toda la información sobre la Bundesliga, la Mannschaft y los equipos alemanes en competiciones europeas. En la República Federal es redactor de TZ, para el que suele centrarse en las noticias del Bayern, para el que jugó en las categorías inferiores.
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Llegó el gran día de Pep Guardiola. Solo bastaba con mirarle a la cara ayer por la tarde durante su vuelta a la sala de prensa del Camp Nou para saber lo que sentía al volver a casa. Sus ojos lo decían todo. Emoción, recuerdos, pero a la misma vez compromiso con el escudo que viene a defender ahora; el de los rombos blanquiazules, el del Bayern Múnich. Pep fue rotundo: “Vengo a ganar”, dijo el míster del conjunto bávaro. En alemán. Y no dudó en repetirlo una vez más para que quedase claro. Los amigos y los homenajes están para antes del pitido inicial, pero en cuanto eche a rodar el esférico, Guardiola dejará de ser el socio del Barça durante poco más que 90 minutos para convertirse en su peor pesadilla. Y él sabe perfectamente que tiene todas las papeletas para hacerlo. Veremos.

Además de enfrentarse a un equipo que él construyó en su tiempo, al Bayern le gusta mucho esto de no partir como favorito. Siempre le supuso una motivación extra a los muniqueses, y si no recuerden la vuelta en cuartos frente al Oporto en la que todos daban ya por muerto al campeón alemán. Pero el Bayern no se rinde, y menos cuando tiene en juego el pase a una finalísima de la Champions que se disputa a lado de casa. Ojo: el Barça llega en un momento estelar y quizá presuma de la mejor delantera y del mejor jugador del mundo, pero al Bayern lo entrena el que lo llevó a ser el mejor del mundo. Y la bestia, cuando más herida, más peligrosa y asesina.

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