A Abramovich no le bastan los títulos y pide a Mou un fútbol atractivo

Desganado. Roman Abramovich llegó sin ganas de ver un encuentro aquel miércoles a Old Trafford. De hecho, no tenía ni puñetera idea de fútbol. Estaba con jet lag, le metieron en un coche y llegó al estadio a pocos minutos de empezar. El Manchester United se enfrentaba al Real Madrid, en la Champions. Llegó al palco privado al que había sido invitado y le pasaron las entradas que no estaban a su nombre, sino al de otra persona: sintió que estaba usurpando su sitio. Le dieron un escaso plato de comida frío. Aquello no era nada divertido.

Fascinado. Hablamos de 2003. De repente, Ronaldo marcó el primer tanto y Abramovich se levantó a celebrarlo. Peter Kenyon, a su lado y por aquel entonces el mandamás del United, le dijo que se sentara, que ese era el equipo visitante. Avergonzado, se dijo que no iba a celebrar nada más, hasta que... hat-trick de Ronaldo, dos tantos de Beckham, un 4-3 que eliminaba al United pero que dejó un gran sabor de boca. Roman, de camino al aeropuerto en el coche de Rio Ferdinand, no dijo nada. Al día siguiente pidió a sus abogados que le compraran un club de fútbol.

Campeón con poco gol. Su Chelsea acaba de ganar la liga. De momento ha marcado 69 goles, a falta de tres encuentros. El año pasado el City goleó en 102 ocasiones, la media de los campeones de la Premier de los últimos cinco años es de 92. El equipo de Mourinho es el campeón que menos veces ha tirado a puerta por encuentro en la última década.

Aburrido. Mourinho hace como si no le molestara que cataloguen a su equipo de aburrido (se lo cantó la afición del Arsenal y hasta Gullit dice que Mou siempre anda con el freno de mano puesto). Pero sí le frustra porque reacciona como una avispa amenazada. Dijo que lo que era aburrido era no ganar la liga en once años (como el Arsenal) o que prefería jugar así a tener que entrenar un equipo en una liga fácil, aunque los trece puntos que le separan del City sugiere que no ha sido muy dificil ganar la liga.

Reto. Y le molesta por otra razón: Abramovich le pidió a su vuelta que su equipo debía jugar un fútbol atractivo, que para eso había comprado un club. El año pasado no lo logró porque era de transición. El Chelsea en este curso, pese a empezar con un fútbol que liberó a Cesc y Hazard, se atrincheró cuando surgieron lesiones y cansancio. Y creo que le mosquea por otra cosa más profunda. La eliminación europea en octavos ante el PSG dejó al que ya es campeón de la Premier con la sensación de que el estilo que juega parece anclado en el tiempo. Será fascinante ver a Jose Mourinho reinventarse.