Europa es posible por Decreto-Ley
Como en una carambola de billar, y previos control y conducción propios de jugador de fútbol sala, empujaba Montañés el balón del 1-2 con tanta fuerza que se notaba que tenía detrás a todo el españolismo, ávido de ilusiones. Un gol que mete de pleno al equipo perico en la pelea por la séptima plaza, esa que paradójicamente solo dará acceso a Europa si el Barcelona conquista un título, el de Copa. Detrás de Montañés, decíamos, andaba toda la afición, pero especialmente Sergio García, amo y señor de las esperanzas blanquiazules, autor del pase al castellonense y anteriormente del 0-1, otra obra de arte para su catálogo de fracturas de cadera rivales y para su retahíla de remates teledirigidos lejos de impotentes guardametas.
En una jornada estupenda para el Espanyol por la aprobación del Decreto-Ley que centralizará el reparto televisivo por el que tanto ha luchado Collet durante años, el capitán perico aprobó un decretazo. El de los sueños que pueden hacerse realidad. Y el Espanyol en definitiva anuló otra ley no escrita, la de erigirse en aspirina de rivales necesitados, como lo estaba (y ahora, lo está todavía más) el Granada. Y eso que los pericos tuvieron tanta efectividad en ataque —tres remates a puerta, dos goles— como la que les faltó atrás: un solo error de marcaje (y eso que no estaba el líder Moreno), un tanto en contra. Pero no cedió el equipo como había hecho ante el Levante ni pretendió amarrar Sergio González en los cambios como contra el Elche. Salvados matemáticamente y a dos puntos del séptimo a falta de cuatro jornadas, desde anoche la temporada del Espanyol ya es de notable.