La leyenda que recorre el Mundo
Seis vascos y un irlandés llegaron desde cientos de kilómetros al Norte para darle al Sur futbolístico su primera Liga. La del Betis es una historia de pasión, como casi todas las que circulan por las venas del deporte rey, pero también es una crónica de viajes, como algunas de las más extraordinarias epopeyas literarias desde La Odisea a 20.000 leguas de Viaje Submarino. El bético es un personaje explorador, que alberga inexcusablemente vocación universal empezando por un himno que no habla de títulos, gloria ni goles, sino de “una leyenda que recorre el Mundo entero”.
Una Liga de vascos, una Copa (Iriondo y Esnaola) protagonizada por vascos y ganada al Athletic de Iribar y otra Copa en la que Joaquín, Dani y cía derrotaron a Osasuna, que en euskera es La Salud. “El Betis le debe más de la mitad de su historia al País Vasco”, me decía una vez un amigo de Bilbao. “Se la debe al Mundo”, contesté yo. En esta era de la TV e Internet no existe rincón del globo en el que no se encuentre uno la camiseta del Madrid o del United, pero eso tiene mucho menos mérito.
Lo increíble, 80 años antes o después, es que el bético siga naciendo en Nervión, en Dublín o en Barcelona. Y que los que nacen en Sevilla tengan todavía una jartá de ganas de montarse en un avión y predicar su doctrina: la Marcha Verde. “No hemos llegado todavía y ya vamos ganando 3-0”, le decía en 1994 a El Día Después un pasajero del tren a Burgos: 7.000 verdiblancos buscando un ascenso... y bastantes cosas más.