Javier Fernández, un chaval feliz
Javier Fernández nos visitó en AS. Estas visitas informales, fuera del periodo competitivo, permite conocer a los personajes. Les puedo asegurar que Javier Fernández es un tipo (dicho en el sentido cariñoso, cercano y de confianza que él mismo propicia) sensacional. Para nada responde al estereotipo que podamos tener de un campeón mundial o de una figura del patinaje artístico sobre hielo haciendo piruetas y luciendo vestuarios de época. Eso será cuando compite, pero cuando no lo hace, es un chaval (en el sentido estricto de la palabra) extrovertido, jovial, con quien es fácil hablar del Madrid y de Nadal, que ni todos los días coge los patines ni hace absolutamente ningún tipo de ejercicio. Se lo permite gracias a un físico y a un talento privilegiados.
No engorda, no guarda dieta... es feliz. Hace lo que le gusta y para lo que ha nacido. Como Ballesteros, como Santana, como Nieto, quienes surgieron por generación espontánea. Le dio por patinar, y como lo hacía de maravilla le dijeron que se fuera al extranjero. En EE UU conoció a un entrenador ruso, y allí comenzó todo. No va a poner España a patinar, como hicieron algunos de sus predecesores con sus deportes respectivos, pero se pone a la cabeza, junto a Carolina Marín, de una nueva y pujante generación pionera, capaz de ganar cuanto se proponga. También son genios, pero hay una diferencia: estudiaron para ello. Ambos coincidieron en la Blume. Pues algo estaremos haciendo bien. Al menos propiciamos para que salgan.