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Su apuesta consiste en arriesgar

Un recuerdo cortesía del partido ante el Málaga en el Santiago Bernabéu. “¡Che! Qué golazo, para no olvidar nunca más… qué manera de pegarle a la pelota, pibe”, así relató Julián Bricco el primer gol de James en Banfield. Zurdazo soberbio del extranjero más joven en debutar en el fútbol argentino. Tenía 17 años, la pegada de un veterano y esas ganas de ser protagonista que nunca se han ido. James no se conforma con participar, ha jugado 37 partidos con el Madrid y en cada encuentro agrega una nueva obra a su repertorio de crack. Contra todo pronóstico encontró la fórmula de brillar en un equipo repleto de figuras.

A veces con el talento no alcanza. Etoo, Robinho, Özil, Sneijder, Robben y Kaká, entre muchos otros jugadores que pasaron por el club blanco, son prueba de ello. Aterrizaron en Chamartín con cartel de estrellas y no lograron encajar. El precio del traspaso es directamente proporcional a la presión y en ese ritmo frenético del fútbol que necesita resultados, los equipos terminan por devorar ídolos. Pocos se salvan y por James se pagó un buen dinero. La diferencia está en el método de asegurar la permanencia: resistir o arriesgar. El madridista escogió la segunda, eso lo hace diferente. Al 10 no le basta con sobrevivir… Y va por más.