La culpa de Gayà, por jugar bien
La renovación de Gayà es un culebrón en toda regla. Una historia de medias verdades, filtraciones medidas y postureo. Me resulta curioso que Amadeo Salvo dijera el jueves, un día después de aparentemente meter a la nevera la oferta de renovación del lateral (y más haciéndolo en un medio oficial del club como es su radio), que “seguimos en ello” y que era “optimista”. O regateaba a la verdad en su propia casa o pregunta y respuesta eran parte de una estrategia. De igual manera, a chiste me suena que en su propuesta, Toldrá Consulting partiera de una cláusula de 22 millones (solo cuatro más que la actual). Una cosa es un tira y afloja y otra quedar para cenar en Valencia y decir a mediodía que estás en Melbourne. Yo al menos pensaría que no quieren cenar conmigo. Para darle picante al culebrón, el Real Madrid está al acecho, con el trasfondo que ello conlleva por Mestalla, porque el Manchester City también le quiere, pero como que el interés inglés molesta menos.
Sigo pensando que Gayà renovará con el Valencia. Principalmente por ese postureo que veo en la negociación. Ese hoy me enfado pero sin embargo te amo. Pero no me convence la presión que se le está metiendo al chaval, cuyo único delito es jugar bien al fútbol y que tiene ahora una pelota ardiendo en su tejado. Demostrar compromiso no es tener que bajarse los pantalones y ofrecerle un millón neto por cinco años (variables aparte) no creo que esté acorde con querer incluirle una cláusula de 50 millones.