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Bale no fue ni carne ni pescado

A regañadientes, por una causa mayor que parece no comprender, Bale fue el cuarto centrocampista del Madrid cuando la pelota fue del Atlético y el tercer punta cuando cambió de propietario. La salida diplomática que le queda a Ancelotti para que nadie se moleste. La política medioambiental aplicada, no siempre con éxito, a un equipo de fútbol. Pero Bale sigue sin ser carne ni pescado, porque no ofrece entusiasmo en la trabajo defensivo ni claridad en la progresión y la llegada. El paso de los meses le ha ido desconectando del equipo. Queda un jugador ensimismado en sus dudas, incómodo en su papel y con cierta ansiedad por reafirmarse que le hace poco aprovechable para el equipo.

Perdió un mano a mano con Oblak, en la mejor opción del Madrid, y el meta atlético le sacó después un pelotazo lejano con el picante del bote a un metro. No dejó nada más en el partido. Menguó al ritmo del equipo. Estaba llamado a darle continuidad a la majestuosa obra de Cristiano y ahora es, a ojos de la hinchada (así lo dejó claro una encuesta de AS.com ayer mismo), el séptimo de un frente galáctico en el que sólo caben seis. Y de ahí no le sacarán ni el respaldo interesado del club ni las palabras amables de Ancelotti ante la Prensa.