NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Por un día, las Redes mienten, no somos tan nefastos como parece

Autorretrato. Vaya por delante que los periodistas deportivos (los que valen la pena) comemos mal; fumamos demasiado; blasfemamos con frecuencia; bebemos destilados en cantidades poco recomendables; vamos con prisa exagerada; no somos diplomáticos; nos peleamos entre nosotros y con los demás; exageramos el maniqueísmo; demasiado a menudo escribimos mal o en clave interna; somos envidiosos, lenguaraces, irreverentes y groseros; puntuamos mal en el Comunio; no tenemos ni idea de fútbol y ocupamos un lugar de trabajo que se merecería tener una legión de gente mucho más preparada que nosotros. Somos un saco de defectos, en definitiva. Pero hay un día al año en el que la opinión generalizada (y seguramente real) sobre nosotros no se ciñe a la verdad. Ese día fue ayer.

Milagro número 11. Ayer un grupo de periodistas deportivos, con todos sus defectos (y los que no revelaré en público) presentó la nueva edición de Relatos Solidarios del Deporte. Un milagro de libro que, obviamente, se entrega tarde, con prisas y de cualquier manera, pero que hasta el momento ha recaudado más de 600.000 euros a favor de diversas causas. Entre las virtudes que nos adornan, está la tozudez. Seguramente por eso, hemos conseguido convencer a lo largo de 11 años a doce estrellas del deporte para que nos apadrinen y al Corte Inglés para que venda nuestro libro sin ganar un céntimo al tiempo que convencemos a patrocinadores, correctores, fotógrafos e impresores para que nos lo hagan todo (casi) por la patilla. Y lo hacen. Si hasta los periodistas tenemos un día bueno al año, no es tan complicado que el resto de la humanidad lo comparta con nosotros.

Topo, te lo perdiste. Ayer, como cada año, los que participamos en esta causa, los que han participado y los que la apoyan (porque esto es de todos, no sólo de los que firman) nos sentimos mejores personas como definió acertadamente Mascherano. Pero nos faltaba uno. Topo, te hubiera encantado el acto de ayer. Te dedicamos el libro y ojalá nunca lo hubiéramos hecho. Triunfaste, pelotudo.

Ya pueden volver a la carga. Y doy por acabada la tregua. Ya pueden volver a insultarnos por Twitter, a criticarnos y a discutir el Comunio. Pero compartan nuestra efímera alegría.