Duke, el ‘Coach K’ y el ‘Milagro sobre Hielo’ de 1980
Puede que la calidad del juego en el Campeonato Nacional Universitario (NCAA) no sea comprable a la de las décadas de los 60, 70 y 80. Ahora, la inmensa mayoría de jugadores con talento sueñan con triunfar cuanto antes en la NBA y de paso añadir cuanto antes una buena cantidad de ceros a su cuenta corriente. Por ello, la Liga se vio obligada a acabar con la norma que permitía directamente el paso desde el instituto al profesionalismo. Para poder presentarse al draft, es requisito imprescindible cumplir los 19 años en el año en el que este se celebra. Pero al margen de este fructífero e interesante debate, cuando a mediados de marzo da inicio la fase final del torneo (March Madness o Great Dance, como ustedes prefieran), este ejerce un magnetismo tal entre los estadounidenses que sólo la Super Bowl puede superar.
Esta madrugada concluyó la Final Four de Indianápolis con un partido jugado al límite (“Hubo más contacto físico que en cualquier otro de los que jugamos a lo largo del año”, destacó Bo Ryan, el técnico perdedor) y que acabó con la coronación de la Universidad de Duke. Los Blue Devils sumaron su quinto título, todos ellos logrados bajo la batuta de un entrenadorsin parangón: Mike Krzyzewski. El Coach K se dedica a ganar oros olímpicos o mundiales en verano y a formar jóvenes jugadores durante el invierno. Cada vez más imberbes: con toda probabilidad deberá construir un nuevo equipo de cara al próximo curso. Y no porque sus principales puntales hayan completado los cuatro años del programa universitario (al contrario, sólo Quin Cook es un senior o jugador de último año), sino porque varios de sus jugadores novatos o freshmen apuntan muy alto de cara al próximo draft.
Es más, la victoria ante los Badgers se produjo gracias a que los cuatro debutantes de Duke anotaron en dobles figuras. Tyus Jones, flamante MOP (no confundir con MVP), Justise Winslow, Jahlil Okafor y Grayson Allen produjeron 60 de los 68 puntos totales de su equipo en la final (entre los cuatro seniors de Wisconsin sólo aportaron 28 de los 63 tantos). Un dato impresionante y que refleja a la perfección el gran trabajo de Krzyzewski con sus chavales. “Estos chicos no son novatos. No lo son”, se limitaba a decir Jon Scheyer, uno de sus asistentes. Sólo necesitaron del veterano (Quin Cook) cuando, tras dos derrotas consecutivas a mitad de enero, reunió a todos los jugadores en su habitación del campus para hacer piña con el pretexto de ver juntos la televisión.
Así que finalmente Duke no fue Finlandia. Y es que recordando el legendario torneo olímpico de hockey sobre hielo en los Juegos de Invierno de 1980 en Lake Placid (Nueva York), Bo Ryan había comparado a los Diablos Azules con la selección del país nórdico, la cual representaba la última piedra en el camino hacia el oro de la inolvidable selección estadounidense que, compuesta por jugadores universitarios, venía de derrotar a la todopoderosa selección soviética. Y en plena Guerra Fría. Un paralelismo que Wisconsin (Estados Unidos) no pudo cumplir tras derrotar en semifinales a la favoritísima y hasta entonces invicta Universidad de Kentucky (en el papel del temible combinado de la URSS). Su particular Milagro de Hielo se quedó a medias. Y mientras, el único capaz de seguir la estela del legendario John Wooden (10 títulos con UCLA) es el Coach K. ¿La clave del éxito para permanecer al pie del cañón en el cambiante baloncesto universitario? “La habilidad para adatarte es el secreto de todo. Creo que me he adaptado bien”. Nadie lo pone en duda.