Simeone: un gran día para el Atleti y malo para el resto

Anoche estaba en la fiesta de la revista Gigantes charlando con un madridista-mourinhista que, cosas de la vida, es mi amigo, cuando recibí la confirmación de la renovación del Cholo hasta 2020. Se lo dije y el cambió la cara. A peor, incluso. “¡Qué hace! Es una decisión de poca ambición, tiene toda Europa a su disposición y blablabla”. Le dejé despotricar un rato y, cuando consideré que ya se había relajado, le pregunté cómo de destrozado estaba por la noticia. “Mucho. Vais a estar otros seis años dando por…”, asumió y se dirigió a la barra que es donde mejor se gestionan los disgustos.

Esa, queridos amigos, es una conversación que hace cuatro años ningún atlético soñaba mantener. Porque Simeone son los títulos, claro: Liga, Copa, Europa League, ambas Supercopas… Pero sobre todo, Simeone es el orgullo, la dignidad, la resurrección de un gigante destrozado desde dentro. Escucho a menudo eso de que ahora somos muchos del Atleti. No, siempre fuimos muchos y jamás escondidos, pero pasaron demasiados años en los que el Atleti no le importaba a nadie más. No es que no hablásemos, es que nadie escuchaba. El Cholo nos ha devuelto la voz y esta renovación, que como todo contrato en el fútbol es más una cuestión de compromiso que de duración real, garantiza que el silencio no va a regresas próximamente.

Y no debe extrañar que el mejor entrenador de Europa los tres últimos años decida quedarse en el Manzanares. Su trabajo ha convertido al Atleti en uno de los equipos más apetecibles del fútbol mundial, firmemente establecido en el segundo escalón del escalafón y con un futuro económico prometedor, infinitamente mejor de lo que se encontró al llegar. En las cuatro grandes plantillas no hay sitio para él: el Madrid está descartado, el Barça defiende otro estilo y ha encontrado a su piloto, Bayern y Chelsea tienen dueño. Lo que le deja con una serie de opciones que no son mejores que el Atleti: el PSG no compite en una Liga top, en Italia su corazón está con un Inter en decadencia absoluta, la Premier le crea dudas porque no domina el idioma y la palabra es la base de su éxito. ¿Para qué va a irse? ¿Dónde va a estar mejor que en su casa, que compró como un estudio cutre y ha convertido en una lujosa mansión?

Simeone es este Atleti y este Atleti es enorme. Hoy es un gran día. Menos para mi amigo.