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Pearson, un técnico famoso por agarrar del cuello a un contrario

Entretenimiento. Ya tenemos al entrenador de la temporada. Nigel Pearson. No digo ni el mejor ni el más efectivo ni el que ha sacado más brillo a su plantilla. Sino el más destacado. El que más entretenimiento ha dado a la prensa inglesa. No hablamos de fútbol, claro; si lo hiciéramos, mencionaríamos que su equipo, el Leicester, lleva sólo cuatro victorias esta temporada. No han ganado un encuentro desde principios de enero, ha marcado 27 goles en 29 partidos y han perdido cinco de los últimos siete.

Agarrar del cuello. Pero el tipo ha llenado las páginas de los diarios. A veces los clubes ingleses que no están en Liverpool, Manchester o Londres se quejan de que la prensa nacional no les dedica el suficiente espacio. A no ser que haya pasado algo muy malo. Como que el entrenador decida coger del cuello a un jugador rival. Pero no por casualidad, ni un segundo solo, sino que lo mantenga agarrado en el suelo como una película de mafiosos de esas que van directamente a vídeo (¿se dice así todavía?). Eso le hizo Pearson al jugador del Crystal Palace James McArthur.

Marcha atrás. A Pearson le despidieron y le devolvieron a su puesto en una misma noche, y se peleó verbalmente con Lineker que es como darse de mamporrazos con Bambi. Además ayudó a que un Leicester-Man. United se convirtiera en el partido más divertido del año en una Premier League de capa caída, un 5-3 en el que pasó de todo. Y consiguió hacer lo que seguramente han soñado en hacer muchos entrenadores: le llamó ‘gilipollas’ a un periodista que se atrevió a decir que la campaña no estaba yendo del todo bien. ¡Cómo se atreve!

La Prensa. La prensa se ha fijado un poco menos en sus tácticas absurdas. Necesitado de goles, ha dejado en el banquillo al ex del Almería Ulloa, máximo goleador del equipo hasta Navidades, para poner a otros delanteros, alguno de ellos con un tanto en todo el curso. Ya se sabe que la prensa sensacionalista enfoca sus esfuerzos en la controversia y las grandes personalidades, y desde esos dos ángulos se explica el fútbol. Del Clásico se ha hablado más de las simulaciones que del nuevo estilo del Barça o del buen trabajo defensivo del Madrid durante 50 minutos. Esa obsesión por acusar al fútbol español de tramposo no es saludable. En lugar de fijarse en las cosas que explican el juego para aprender, se empeñan en insistir en aspectos del partido que demuestran su superioridad moral.

Insulto. A lo que iba. Pearson, el hombre que llamó arrogante a un árbitro, el que le dijo a uno de sus hinchas que se “fuera tomar por...” y que “te mueras” y a otro que si no le gustaba como jugaba el equipo que no viniera a verlos, Entrenador de la temporada. Y al presidente que le escogió, hombre del año.