El ciclismo no para y Paterski tampoco

De lunes a lunes. Dejé este blog con Nairo Quintana a punto de proclamarse campeón de la Tirreno-Adriático, y lo retomo con la Volta a Catalunya ya comenzada y un polaco en su trono: Macej Paterski. Por el camino se ha celebrado el primer Monumento: la Milán-San Remo, con la victoria del alemán John Degenkolb. El ciclismo no para. Y en estos días acaba de entrar en uno de los periodos que crean más adicción. La Classicissima es la puerta de la Primavera.

La Primavera se abre con la Milán-San Remo, una clásica que, por recorrido, aglutina menos atractivos que otras de su categoría. El desenlace suele ser al sprint, el pronóstico se abre hasta el punto de que en las cinco últimas ediciones ha estrenado cinco vencedores diferentes… Pero a pesar de su previsibilidad, la carrera engancha por su aroma añejo, por su grandeza. Después de la cuarta posición conseguida el año pasado en su debut, los aficionados españoles nos ilusionamos con que Juanjo Lobato pudiera cubrir la profunda vacante dejada por Óscar Freire y pujara por la victoria. Pero el andaluz sucumbió en la Cipressa: todavía le falta aprendizaje y modestia.

Banderas al margen, la Classicissima hay que disfrutarla por sí misma. Igual que las clásicas que se sucederán durante esta estación, del pavés a las colinas valonas. El ciclismo del norte. Nairo Quintana, que enloqueció a Colombia en la Tirreno-Adriático con su victoria bajo la nieve del Terminillo, se ha apuntado esta semana a dos de estas carreras: A través de Flandes y E3 Harelbeke. No lo hace con el afán de rodar con los favoritos, sino con el objetivo exclusivo de acumular experiencia sobre el duro adoquín. Nairoman sabe que el pavés será el mayor impedimento que se encontrará en julio para coronarse en el Tour de Francia.

Y como el ciclismo no para, decíamos, pues los ciclistas tampoco. Macej Paterski es el mejor ejemplo. El polaco del CCC corrió el domingo la Milán-San Remo: 293 kilómetros que alcanzan los 300 si se añade la neutralizada. Y no sólo la corrió, sino que entró con el grupo de cabeza, en el puesto 22, dos plazas por detrás de Alejandro Valverde. Los dos han tomado la salida al día siguiente en la Volta a Catalunya. Y Paterski no sólo ha participado, sino que además se ha metido la paliza en la fuga de la jornada y ha rematado con el triunfo y el liderato, después de 500 kilómetros en las piernas y un viaje internacional de otros 700 en el cuerpo... A propósito de su ejemplo: los organizadores de las grandes vueltas ya tienen un buen argumento para responder a los equipos cuando se quejen de los traslados.

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