La espina clavada de Txingurri

El Espanyol, por el golazo de Víctor Sánchez y su incisivo fútbol en la segunda mitad de San Mamés, se ha colgado el cartel de favorito para esta noche. Da la sensación de que el Athletic llega con menos urgencias de final, por aquello de que ha jugado dos en este siglo y no emociona demasiado medirse de nuevo a su verdugo Barça. Bien harían los pericos en no fiarse de este león con piel de cordero. El plan bilbaíno se sabe: fuerte presión adelantada y concentración máxima para hacer daño a balón parado.

Valverde, un tipo querido en el Espanyol, es un tipo sin demasiada flor. Quiere regalarse una final tras un año de sufrimiento. Sus últimos mensajes han hecho que la afición concluya que dejará el Athletic en junio, con muchas más canas de con las que llegó. Tiene la espina clavada de aquellos penaltis en la semifinal contra el Betis de 2005, lo más cerca que ha estado de un título en Bilbao. Los verdiblancos ganaron el trofeo a Osasuna, otro tipo de rival. Y se acuerda como si fuese ayer de aquellos otros penaltis de Glasgow en la UEFA contra el Sevilla dos años después. Con Iraizoz en la portería. Igual le toca a la de tres.