Encanto en combinación con talento

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Todo influye. La cara, por ejemplo. Y más que la cara, el gesto; la sonrisa de casi siempre. También importa el acento. Y más que el acento, las palabras; la modestia habitual (“no pega hablar tanto de mí…”). La juventud (22) y el aspecto, mentirosamente frágil (1,76), son otros asuntos a destacar; no hay mejor historia que la del niño que burla gigantes, o adultos. Nada es tan relevante, sin embargo, como su modo de jugar, en permanente recreo. Su compromiso defensivo es el broche de los encantos. Correr es entender el Madrid. Volver, recuperar, comenzar de nuevo.

El resultado es el enamoramiento general. Primero cayó rendido el Bernabéu, cansado de tantos cuerpos perfectos y tantos rostros adustos. Ahora se van sumando los estadios ajenos. Lo comprobamos en Elche: entre abucheo y abucheo se colaron aplausos para Isco hasta la ovación final. Todo empezó en Arroyo de la Miel. Si encuentran el río que corre bajo el pueblo, embotellen el agua.

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