Di Matteo, experto en estos duelos
Roberto di Matteo no se anda con chiquitas. Ni mucho menos. El fútbol bonito, ese de crear peligro a través de la posesión es algo que no entra en su libreto. Lo que verdaderamente le importa son los resultados y, para conseguirlos, no escatima en utilizar métodos poco vistosos. En 2012 ganó la Champions en Múnich con un muro defensivo liderado por Terry. No había quién lo traspasase. Ni el Barça de Guardiola en semifinales, ni el Bayern de Heynckes en aquella dolorosa final en el Allianz. Minutos después de alzar la orejona, un periodista alemán le preguntó si estaba orgulloso de la manera con la que había ganado. Di Matteo ni le respondió. Sabía que años después nadie volvería a preguntarle por el cómo, mientras que el éxito iba a permanecer para siempre.
El Schalke es una versión light de aquel Chelsea. Colocar el autobús delante del marco, cazar dos contras y hacerse con tres puntos sucios, así funcionan los mineros de Di Matteo. Un empate con diez frente al Bayern y la cuarta posición en la tabla le dan la razón al técnico, aunque media Gelsenkirchen no esté de acuerdo con el estilo de este Schalke. En cambio, la afición también está bastante segura de que a su equipo no volverán a lloverle goles como en aquel 1-6 hace un año. Es más. Saben, e incluso se creen por primera vez, que pueden imponerse al gran Madrid. Porque los blancos no están en su mejor momento. Porque Huntelaar parece estar recuperado. Pero ante todo, porque Di Matteo es un experto en este tipo de partidos.