El hijo de Guima, los días de guerra de Eric Bailly y el caso Mudingayi

Moda tica. Celso Borges es el tercer costarricense de la temporada en la Liga (Keylor Navas más Campbell, recién fichado por el Villarreal) a la espera de que la FIFA apruebe el fichaje de Bryan Ruiz con el Levante. Su excelente debut en Vallecas, dos goles, merece contar su historia. En sus inicios se le miraba con recelo. Su padre es Alexandre Guimaraes, Guima, ex seleccionador tico. En sus inicios, pues, fue el “hijo de”. “Mi padre fue una carga más que una ventaja”. Por el origen de Guima, brasileño, y aunque de pequeño le llamaban Chel, le bautizaron Celsinho. Entonces empezó a hacerse una carrera pero nunca pudo cumplir su sueño: jugar en la Premier. Saltó a Europa. Primero a Noruega (Fredrikstad) y de allí a Suecia (AIK), donde combatió el aburrimiento con la música. A pesar de dar clases de piano de pequeño, su pasión es tocar la batería.

Días de guerra. Eric Bailly también tiene una historia que contar. El nuevo fichaje del Villarreal, 20 años, fue captado por la empresa Promoesport en un campus organizado en Burkina Faso. Eric viajó a Barcelona, pero pronto chocó con problemas de documentación. Se le prohibió inscribirse en División de Honor juvenil y estuvo un año jugando amistosos. El Espanyol casi le escondió para que no viesen sus condiciones. Luego vino lo peor. Su visado se acabó y le obligaron a volver a su país. De camino al aeropuerto, cuentan, lloró. Tal vez porque sabía lo que esperaba. En Costa de Marfil estalló una guerra civil y allí estuvo dos meses retenido hasta que obtuvo un salvoconducto como estudiante. De vuelta a Barcelona, el éxito. Pese a su fichaje por el Villarreal (5,7 millones), Promoesport se ha quedado con el 50% de sus derechos económicos...

Pegamento. Bruno Zuculini (1993) sólo ha jugado un partido con el Valencia antes de ser cedido al Córdoba. Sin embargo, y a pesar de ser un olvidado de Nuno, su marcha ha hecho daño en el vestuario che. En apenas cinco meses, Zuculini, que llegó en verano procedente del Manchester City, se había convertido en pegamento de los grupúsculos del vestuario che. Calidad humana.

Harto. Quien no ha aguantado más ha sido Gaby Mudingayi. El zaireño, con 33 años y un currículo que incluía pasos por el Lazio y el Inter, llegó el 21 de octubre a Elche para, supuestamente, firmar en el mercado invernal. Casi tres meses después, y cerrado el plazo sin que la LFP le autorice incorporar jugadores, hizo las maletas y se marchó a Cesena. Escribá sólo ha podido darle las gracias.