Francia, 41 faltas; España, 21
Nos quedamos sin final de balonmano. Nos ganó Francia. Por enésima vez en los últimos años. Francia es la mayor potencia en la historia del balonmano. La que más títulos acumula entre Mundiales (cuatro), Europeos (tres) y Juegos Olímpicos (dos). O sea, perder con Francia entraba dentro de lo previsible. No es ningún desdoro. Eso sí, pecamos de pardillos. O los franceses fueron más listos. Tienen, desde luego, más oficio. En el balonmano suele ganar quien más faltas hace, porque así detiene el ataque contrario. Corre el riesgo de cometer más penaltis o exclusiones, pero no me refiero a esas faltas extremas que se realizan con la intención de impedir el gol, sino de esas faltas tontitas en la línea de nueve metros, que se convierten en inútiles golpes francos.
Desquician y obligan a empezar de nuevo cada ataque. El reloj corre, y no hay manera de neutralizar la diferencia en el marcador. Francia hizo 41 faltas. Nosotros, 21. En el primer tiempo, los franceses se encontraron una autopista en el Territorio Hispano, donde en anteriores partidos no había quien penetrara. Faltaba Morros, recuperándose de un encontronazo, y se notaba. Francia nos superaba en físico y en velocidad. No daba tiempo a pararles y, en cambio, cuando atacábamos nosotros las interrupciones eran constantes. Ahora, Polonia. Es un consuelo. El podio sigue ahí, al alcance, y al fin y al cabo ha habido suerte. Contra Qatar sería harina de otro costal. A ver quién es el árbitro que les para. Aunque contra Francia será otra cosa. Ya tienen su medalla.