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Sin noticias de Cristiano ni de Iniesta

Uno, que a lo largo de su andadura de entrenador del fútbol base ha tenido la oportunidad de aquilatar todo tipo de fenómenos de papá, niños-Nintendo y tronquitos de rompe y rasga, puede afirmar sin temor a equivocarse que el nivel que observó en los chicos, durante la visita a la Academia Canosport, es tremendamente alto.

Muy pocos chavales, incluidos los de los equipos de campanillas españoles, son capaces de exhibir el altísimo número de suertes técnicas, con y sin balón, de unos críos que se han formado en la calle o en destartalados campos de tierra, a base de jugar descalzos y romper pelotas de goma y viejos balones medio desinflados. Lo mismo he observado en Ghana, Lomé, Lobito o en las afueras de Johannesburgo. Pero entonces, me pregunto: ¿por qué al final el que acaba triunfando y haciéndose estrella del fútbol es el niño formado en Madrid, Barcelona, Amsterdam o Lisboa? Para mí, es un auténtico misterio. Y el caso más flagrante es Ghana, donde por cierto existen dos academias, una del Ajax y otra de Feyenoord. Ghana es una máquina de ganar torneos en categorías inferiores, pero no acaba de dar al mundo futbolístico un Cristiano o un Iniesta. Los chavales africanos exhiben unos comienzos fulgurantes y prometedores, pero se diluyen después.