Lobato pide paso... y que le hagan más caso

Si consultas el apartado de 'Personajes destacados' de Trebujena en Wikipedia te encuentras con dos nombres. Uno es el actor Julián Villagrán, que tuvo el detalle de recordar sus orígenes cuando recogió el Goya 2012 por su interpretación en Grupo 7. El otro es Juanjo Lobato, un ciclista con una quincena de victorias desde que se estrenara con el equipo Andalucía en 2010 y que esta semana pasada logró abrir su palmarés en el World Tour con un triunfo de etapa en el Tour Down Under.

Lobato es gaditano y velocista, lo que le convierte en un 'bicho raro' del pelotón español por partida doble. Aunque es tierra amante del ciclismo, ha habido pocos corredores destacados de la provincia de Cádiz. Así, a bote pronto, recuerdo al chiclanero José Manuel Moreno (aunque nacido en Amsterdam), oro olímpico en pista en Barcelona 1992 y mundial en Stuttgart 1991; o a los jerezanos José Luis Villanueva, que le ganó la Vuelta a Murcia en 1991 a Chiappucci y Gorospe, y Manuel Domínguez 'Lecherito', un corredor de los años 50 cuyo hijo también fue profesional durante un breve periodo en los 90.

En cuanto a sprinters, hay dos españoles que marcaron época: Miguel Poblet y Óscar Freire. Otros dos que alcanzaron mucha relevancia: Delio Rodríguez y Ramón ‘Tarzán’ Sáez. Y a partir de ahí, si tiro de memoria, me salen los nombres de Alfonso Gutiérrez, Manuel Jorge Domínguez, Juan Carlos González Salvador, Ángel Edo, Fran Ventoso o los malogrados Isaac Gálvez y Manuel Sanroma. Seguramente también podría incluirse en la lista a Txomin Perurena, Juan Fernández y Alejandro Valverde, aunque no como velocistas puros.

El mejor sprinter español actual es Juanjo Lobato, aunque la jerarquía que ocupe en este listado va a depender mucho de cómo evolucione a partir de esta temporada. El andaluz todavía está en edad: 26 años. Si no ha progresado más hasta ahora puede haber sido por dos factores. El primero, según me dicen personas cercanas, porque le falta un punto de fe en sí mismo, un poco más de mala leche y de ambición. Y el segundo, y principal, por el escaso apoyo que tiene en el Movistar en las llegadas masivas. No es una opinión exclusivamente mía, aquí están las palabras de su propio director, José Luis Arrieta, después de la victoria de Lobato en el repecho de Stirling:

“Juanjo es un corredor que en llegadas masivas convencionales lo tiene más complicado por el hecho de no poseer un equipo como el que disfrutan otros corredores, como el propio Kittel el domingo, que le pueden arropar hasta la recta de meta. La fisonomía de nuestro equipo es más escaladora; rendimos mejor en etapas más duras y llegadas así, y es en días como hoy donde le podemos echar una mano, acercarle o asistirle en las mejores condiciones con percances como el pinchazo que ha sufrido”.

Quizá por eso, Lobato se está especializando en metas en repecho, aunque el propio corredor opina que puede rendir “en todo tipo de sprints”. Que el año pasado se clasificara cuarto en su debut en la Milán-San Remo confirma que es un corredor con enormes posibilidades. Pese a ese resultado, su equipo no creyó pertinente incluirle en la alineación de ninguna de las tres grandes, aunque en su descargo hay que recordar que Movistar peleó por la general en todas ellas. Tampoco Javier Mínguez consideró oportuno llevarle al Mundial de Ponferrada, donde prefirió jugar las bazas de los veteranos.

El gaditano se merece más y mejores oportunidades. He leído hace unos días a Eusebio Unzué decir que “Lobato es el Freire de hace diez años”. Un pelín exagerado me parece, porque a su edad Freire ya tenía dos maillots arcoíris. El cántabro ha sido un campeón excepcional, así que será difícil de igualar en mucho tiempo. Pero es verdad que seguir esa senda puede servir de motivación al de Trebujena. Eso sí, por mucho empeño que ponga, necesita estar presente en los grandes escenarios. Ya sé que en el Movistar es complicado, porque Nairo Quintana y Alejandro Valverde centran las prioridades, pero es el equipo quien debe guiar su camino. Como primer paso, ya estaría bien conseguir que cada hombre rápido no esprintara por su lado. 

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