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Vivir sin recordar la fecha ni el lugar

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Esto se acaba. Al igual que Marc Coma y Laia Sanz se acercan al podio de Buenos Aires, los que les seguimos para contar sus hazañas únicas estamos también a tan sólo un día de acabar la aventura, nuestra aventura particular. Ayer tuve el placer de dormir por última noche en mi chalet individual (la tienda de campaña). Hoy parto hacia Buenos Aires, desde donde esperaré a nuestros héroes para abrazarles y terminar de narrar sus grandes gestas.

Tras un par de días de salas se prensa civilizadas, el miércoles en Salta en el Palacio de Congresos, y el jueves en el Autódromo de Termas de Río Hondo, en Rosario, a pesar de estar en un lugar céntrico de la ciudad, el hipódromo, hemos regresado a la sala de prensa de campaña. Sin wifi, con un Internet a pedales por cable y, sobre todo, con unos bancos, sin respaldo que te dejan la espalda destrozada tras toda una jornada dándole a la tecla.

Además, hace calor. Mucho calor. Si a las 9 de la mañana había una temperatura de 26,5 grados, prefiero no pensar lo que tenemos ahora. El hipódromo está poblado por unas libélulas del tamaño de un helicóptero… o el calor me hace tener visiones. Pero el gesto general, aunque muestra el cansancio de dos semanas sin parar, revela alegría. Porque el palizón toca a su fin.

Se acaba medio mes en el que las preguntas más repetidas son: “¿Qué día es hoy? ¿Cómo se llama este sitio donde estamos?”. Vivimos fuera de la realidad. Nuestra realidad es el Dakar y lo de afuera poco importa. Estamos inmersos en un mundo que finaliza en Buenos Aires. La capital porteña es la frontera de regreso a lo cotidiano.