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El Madrid necesitó un autobús y el Barça, un taxi

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El despliegue del Real Madrid en la gala del Balón de Oro fue impresionante y contrastó con la pobre representación del Barça, en guerra con la FIFA por la sanción que le impide fichar.

La delegación del Madrid llegó al Palacio de Congresos de Zúrich en un autobús de dos plantas. De allí fueron bajando desde Cristiano Ronaldo y su familia (le acompañaron su madre, su hermano y su hijo) y Sergio Ramos, con Pilar Rubio, hasta los empleados del club, entre ellos Emilio Butragueño. En total casi treinta personas a los que hay que sumar al presidente del club, Florentino Pérez, al vicepresidente, Pedro López, y al director general, José Ángel Sánchez, que esperaban en el hotel (vinieron en otro avión distinto al de los jugadores) a que llegase el grueso de la expedición.

Mientras que el Madrid hacía esa exhibición de poderío, el Barça pasó casi desapercibido. Messi e Iniesta sólo estuvieron acompañados en Suiza por el director de fútbol del club azulgrana, Raúl Sanhellí, y por el directivo Albert Soler. Los cuatro llegaron en un coche de la organización, que contrastó con el bus de dos pisos del Madrid. Eso sí, llegaron a Zúrich en un vuelo privado fletado por la FIFA, tal como también lo hicieron los premiados del Madrid: Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Toni Kroos y el colombiano James Rodríguez.

Mientras que Florentino se dejó ver junto a sus jugadores, la única señal de vida que dio su homólogo del Barça, Bertomeu, fue un tibio mensaje de apoyo a Messi en su cuenta de Twitter: "Le deseo toda la suerte a Leo, el único jugador que ha sido ocho veces finalista del Balón de Oro".

Mientras, Blatter aprovechó para mandarle un mensaje al Barça y a Bertomeu: El Barça sabe que en el fútbol hay que saber ganar, pero también a perder", dijo.