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Al Shamrani y Al Owairan en mente

Nassir Al Shamrani es la gran estrella de Arabia Saudí. Delantero goleador, elegido futbolista asiático de 2014 a pesar de los ocho partidos de sanción por escupir a Spiranovic en la final de la Champions entre Al Hilal y Western Sydney, agredió a un hincha en un reciente amistoso ante Bahrain. La Confederación Asiática le perdonó pero una lesión le dejó fuera y su ausencia planeó toda la noche en Brisbane en un Arabia Saudí-China en el que nadie arriesgó lo más mínimo. No corren buenos tiempos para la selección saudí, sumida en la inestabilidad en el banquillo con diez técnicos en los últimos diez años. El penúltimo, el español Lopez Caro, que saltó del puesto tras la derrota en la final de la Copa del Golfo ante Qatar, la selección que más progresó en la zona. Pero de Qatar hablaremos otro día.

En aquella derrota los saudíes concedieron dos goles a balón parado a pesar de la fiabilidad de la pareja Hawsawi en el centro de la defensa. Ayer otro más y les costó la derrota. A esta selección le falta potencial arriba sin Al Shamrani, aunque la experiencia de incombustibles como Khariri u Omar Hawsawi les convierte en un rival duro. Se vio ante los chinos, que empezaron dominando pero al final cedieron la pelota.

China es lo de siempre. Sus clubes han mejorado en la zona, el Guangzhou de Lippi ganó la Champions y al propio Lippi le ofrecieron el cargo de seleccionador. No hubo manera y llegó Alain Perrin, que hace años ascendió al Troyes de cuarta a primera pero luego fracasó en el Marsella. La inocencia de los chinos quedó plasmada en el penalti que regaló Hang y que luego fallaría Hazazi. Ahí estuvo el triunfo saudí en un partido que ninguno mereció ganar. Lo hicieron los chinos, pero fue un resultado engañoso. Arabia Saudí es más, pero anda muy lejos de aquel equipo que alcanzó los octavos en el Mundial 94. Y en el que Said Owairan hizo de Maradona un día con un golazo inolvidable a Bélgica. Tal vez el máximo destello individual de un futbolista asiático en la historia.