El Dakar va al límite

Juan Mora
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Los pilotos del Dakar se están sometiendo a unas condiciones extremas. Está por ver si fueron las causas del fallecimiento de Michal Hernik, pero lo que se da por descontado es que la mayoría está sufriendo como jamás lo había hecho. Y ahora del calor severísimo se ha pasado al frío de las cumbres andinas, para enfrentarse a continuación, y muchos de noche, a las dunas del desierto. Más que una carrera, se ha convertido en una prueba al límite, que ya lo es, pero superlativa, sobre todo para los pilotos que no cuentan con asistencia ni con las máquinas más rápidas. No es una exageración. Un militar experto en supervivencia tuvo que pararse, ante la ausencia de agua, a pocos kilómetros de la meta para garantizarse llegar vivo.

Cuando en una carrera objetivos fundamentales como no perderse, no caerse, no romper o no llegar fuera de control pasan a ser secundarios, es que la cosa se nos ha ido de las manos. Es lo que ha sucedido en el Dakar estos primeros días, donde lo importante era no deshidratarse por el calor extremo o no congelarse al paso por los Andes. Los motoristas, como sucede siempre, son quienes peor lo pasan. Aunque sólo sea porque no pueden llevar encima cuanto precisan, agua fundamentalmente. Es costumbre que el Dakar ponga etapas duras al principio para eliminar a los pilotos menos preparados. Pero esta vez todos coinciden en que ha sido un infierno. Un infierno que terminaría ayer después de una etapa de ¡909 kilómetros!

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