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Un desafío también de logística

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El Dakar siempre me ha parecido una competición épica en todos los sentidos. Por supuesto que, en primer lugar, por lo que se refiere a los participantes, a los pilotos que se enfrentan a dos semanas de carrera por algunos de los parajes más inhóspitos del planeta, ya fuera antes en África o ahora en Sudamérica. Su recorrido, por paisajes y dificultades, también resulta excepcional y lo mismo se podría aplicar a la organización del evento. Hoy estarán en las verificaciones técnicas 665 pilotos repartidos en 414 vehículos, dispuestos a completar (aunque no todos lo harán, desde luego) más de 9.000 kilómetros por Argentina, Chile y Bolivia. Y garantizar los servicios que exigen es algo sólo al alcance de una infraestructura tan preparada y cualificada como ASO.

El equipo de profesionales que dirige Etienne Lavigne cuenta con una experiencia inigualable. Es verdad que las circunstancias han cambiado significativamente en el tránsito de uno a otro continente, pero eso no significa que la magnitud del desafío resulte menor, más bien al contrario puesto que empieza con el traslado de la caravana de vehículos a un destino tan lejano y sigue con el control de la seguridad en zonas mucho más concurridas. Y aunque es cierto que en ocasiones se les ha visto el plumero con su favoritismo hacia los pilotos franceses, en general diría que ASO es un modelo de eficacia y operatividad. Trabajan todo un año en poner en marcha esta gran maquinaria y el esfuerzo se deja notar en una carrera tan fuera de serie como el Dakar.