Saido Berahino, el goleador del West Brom que huyó de la guerra tribal de Burundi

Refugiado. A finales de año, Saido Berahino pasó en un mes de vestir por primera vez la camiseta de la selección inglesa (tras marcar diez goles con la Sub-21 y destacar con el West Brom) a ser detenido por la Policía por conducir ebrio. Pero ninguna de las dos cosas, merecedoras de portadas en los diarios ingleses, le convierten en el personaje del año desde la modesta tribuna de esta columna. Su vida merece igualmente reconocimiento. Berahino nació en Burundi, el segundo país más pobre del planeta, y hace once años llegó con su familia a Birmingham, uno más de los miles de refugiados que huyeron de la guerra entre hutus y tutsis. Murieron muchos. Incluido su padre.

ADN. El chico hizo a continuación lo que le pidió su madre Liliane. Así va en África, cuenta él: “Te toca hacer lo que te mandan”. Dejó a sus amigos atrás con diez años. Ni él ni su madre ni sus hermanos hablaban inglés. De hecho llegaron todos por separado al Reino Unido. Ella primero y cuando Saido consiguió aterrizar en Inglaterra, no sabía dónde encontrarla, así que fue ingresado en un internado. Cuando la localizaron, el gobierno inglés les obligó a pasar una prueba de ADN. Se vieron en una oficina de Londres, se dijeron hola, pero debieron separarse de nuevo hasta confirmar su relación sanguínea. Su nueva vida empezó dos semanas después con los resultados del ADN y su traslado a Birmingham.

Religioso. Seguía sin hablar inglés con fluidez, pero marcaba goles. Jugó para el equipo de su escuela, Aston Tower. Le aceptaron con facilidad: ganaba partidos. En la iglesia católica a la que suele acudir, también le cuidaron y le cuidan. La religión le ha servido de guía, en ella ha encontrado respuesta a muchas preguntas que se hacía de pequeño, y luego de adolescente. Y el West Brom también acabó por darle cobijo. Le ficharon con once años.

Aprendizaje. Y descubrió que no tenía ni idea de fútbol. Que todo lo que había hecho hasta entonces era correr como loco por todos lados. Le costó cuatro años entender lo que le explicaban, pero finalmente aprendió a escoger los momentos, a acariciar el balón. Y se puso a aprender, por televisión, de tres delanteros: Samuel Etoo, Didier Drogba y Jermain Defoe. Finalmente debutó con las categorías inferiores inglesas.

Compromiso. Saido es de Burundi, se siente de Burundi. Pero el Reino Unido le dio una segunda oportunidad en la vida y nadie duda que su compromiso con la selección es eterno y absoluto. A Berahino le gusta hablar de devolver con goles y sudor lo que le regaló el país. Eso de las fronteras empieza a ser un término obsoleto. El fútbol; qué cosa, ¿eh?