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Diecisiete medallas de plata

Son las que ha ganado la Selección femenina de balonmano. Una por jugadora, más la del entrenador, Jorge Dueñas, que algo tendrá que ver en esto. Diecisiete medallas de plata ganadas a sangre y fuego. Ganadas ante nada menos el quizá mejor equipo de todos los tiempos, el noruego, que cuenta sus títulos mundiales, olímpicos y europeos como poco a pares. Perder, por tanto, ante él era más que probable. Se perdió por tres goles, pero durante 17:31 minutos las Guerreras disfrutaron de dos goles o más de ventaja, es decir, tuvieron serias opciones de victoria, lo cual era el primer objetivo en la final. El segundo, materializar esa diferencia. No pudo ser. Las noruegas, además de ser buenísimas, son expertas en vencer.

De jugarse a los puntos, las Guerreras hubieran ganado, porque las noruegas disfrutaron de una ventaja de dos goles o más durante menos tiempo: 14:25 minutos. Les costó trabajo primero conseguirla y luego mantenerla. Su virtud fue que jamás se descompusieron. Por algo son las campeonas de todo. A las Guerreras aún les faltan pequeños detalles (esos penaltis fallados, esas pérdidas que costaron tres goles en la segunda parte...), y aún así se han convertido en la amenaza de las mayores potencias. ¡Como para no disfrutar esa plata! Por eso nos supo a gloria esa sonrisa de las Guerreras sobre el podio. Se acabó que el bronce se gana y la plata se pierde. Las mujeres nos han enseñado a que las platas también son de ley.