Reyes del Mundo
Año mágico. Nadie tiene más. A este equipo de leyenda sólo le faltaba el Mundial de Clubes y ya lo tiene reposando desde hoy mismo en las vitrinas de la Sala de Trofeos del Bernabéu, la más grande del mundo. Esta plantilla está diseñada para afrontar retos y a medida que se los ponemos los van alcanzando con una fortaleza mental y física digna de un estudio en la universidad. Ya van 22 victorias consecutivas (el récord Guinness de 24 está más cerca), se ha completado un póker de lujo con la Décima, la Supercopa de Europa, la Copa del Rey y el Mundialito. Cada montaña que le proponemos escalar a Ancelotti y sus chicos es alcanzada en lo más alto con una firmeza y una convicción que permiten profetizar varios años de grandes cosechas. Ni siquiera hizo falta que Cristiano se sumase a la fiesta con su habitual torrente de goles. Pero aunque no marque el genio portugués, este Madrid es tan fiable que acaba aplastando a sus rivales. El presidente del San Lorenzo se equivocó. El lobby del Madrid no está en los despachos, sino en el terreno de juego. Además, ellos tenían al Papa, pero el Madrid, como sentenció Sergio Ramos en la portada del AS de ayer, “es el equipo de Dios”. Y eso son palabras mayores...
Peña Casa Madridista. Disfruté de la conquista del Mundo como un aficionado más. Dos horas antes de la final ya estaba atravesando la puerta koutoubia Sur, para ocupar esa grada en la que vibré y aluciné con los 617 miembros de la peña Casa Madridista de Casablanca. Estaban perfectamente organizados y sincronizados. Cinco grandes tambores iban marcando el ritmo al son de las canciones de Red One (el compositor marroquí es socio de honor de esta peña) y de todas las que habitualmente se escuchan en el Bernabéu y que los marroquíes se las saben de memoria. Un niño de ocho años me emocionó al enseñarme un cartel que ponía: “Real Madrid: lejos de mis ojos, pero cerca de mi corazón”. La manera de sentir el madridismo de esta gente quedará para siempre grabado en mi memoria. Además, son profetas. Cuando Kroos sacó el córner del 1-0 en el minuto 36, toda la grada empezó a cantar: “¡Ramos, Ramos, Ramos!”. Eso debió dar alas al Tarzán de Camas que se elevó al cielo de Marrakech para meter otro golazo que abrió al Madrid la puerta de la gloria. Ya lo hizo en Lisboa y anoche repitió con la misma fiereza. Ramos es el nuevo héroe de la afición y es lógico que le nombrarán el MVP del Mundialito.
Casillas. En la segunda parte llegó el turno de Casillas. Toda la grada marroquí-merengue empezó a cantar “¡Iker, Iker, Iker!” con un entusiasmo que ponía los pelos de punta. Si el partido llega a durar una hora más, Casillas hubiera pedido nacionalizarse marroquí. Desde el Mundial de Sudáfrica seguro que no había recibido tantas muestras de cariño. Doy las gracias a los 617 merengues de esta tierra porque consiguieron callar a las 7.000 voces de los cuervos del San Lorenzo y pusieron el broche de oro cantando a capella el himno de la Décima. Niños y mujeres también se lo sabían de memoria. Es el madridismo sin fronteras.
Futuro. Los cinco valientes de mi peña de Albox (Almería) me dijeron al salir del Stade de Marrakech que a partir de ahora este Madrid va a marcar una era triunfal. Nos toca reír a nosotros. Empuñamos la nueva bandera del fútbol mundial. Como dice la canción: “En España, el Real; en Europa, el Real; en el Mundo, el Real; para siempre Real Madrid”. ¡Cuánta felicidad!